sábado, 5 de mayo de 2012

Romano





Romano:
te reclamo y temo mirarte,
porque el deseo que en mí despiertas me hace arder,
y en el vaivén de la llama,
yo te invoco ahora para que conmigo ardas.

Romano,
te toco el pelo, que viaja poblando de tu frente al cuello
y se me enreda entre los dedos
con el afán de liarte entre estas piernas mías,
entre mis inquietas manos y mi boca entreabierta.

Sabiendo que si me besas es por tu parte, más un suspiro apresurado
que un apasionado arrebato...


Sabiendo que el aire que cuelas deprisa en mi boca,
te lo devolveré al besarte ansiosa para acabar
posando mis labios sobre los huesos de tu cadera,
en ese único punto que rivaliza sin más
con el encanto trabajado que despliegas.

Quiero en mi sexo tu boca,
en mis cabellos tus manos,
en mí... tu jadeo, por el gozo que nos brindamos
mientras sobre mí te balanceas, o yo me mezco sobre tí,P despacito...

No tengo miedo de ti,
ni de mí,
temo más bien que nos deseemos ambos de recíproca forma
y esto nos siembre el ansia de vernos con mayor frecuencia
y resucitarnos a golpe de piel y fuego.

Romano,
quiero que acaricies mi pellejo y yo lamerte,
quiero beber de tu vino y que bebas de mi miel
y no temamos de empacharnos
de lo bueno que ahora nos ha tocado, por Fortuna, compartir.

Me aceleras el pulso
pero yo no se qué darte como nuevo
que no hayas vivido ya.
O..Sí?... Puede...
Deberías dejar de bufar como un gato mojado.
Temo y quiero de ti
Quieres tú de mí?

Ansío tus besos, busco algún azote;
y marcar tu mente con el desasosiego que despierte
el que me busques.

Quiero morderte,
bucear en tu axila, deslizar sobre tu pubis la contención que de tí tengo,
sufriendo la espera ardiente que supone replieges tu cuerpo lo justo
para lamer mis senos.
Voy a olerte a la vez con la nariz y la boca,
como los gatos, en un respirar entre dientes
que te huela entero.

Romano:
te reclamo y temo mirarte,
porque el deseo que en mí despiertas me hace arder,
y en el vaivén de la llama,
yo te invoco ahora para que conmigo ardas.