sábado, 18 de febrero de 2012

Hiedra encantada

Hiedra encantada


Voy a remover la tierra,
para sembrar.
Pues ya está lista tras la desolación que impuso el fuego
matando las malas hierbas.

No sólo ese terruño es mío, sino que soy yo,
y además germiné en él.
Me dió trabajo, es cierto. Pero al poco me respondió de forma grata
y me dió alimento;
hinqué en él mis raíces y crecí
amparada por un cielo plagado de estrellas
que hizo de techumbre
y a la vez de cama, arrollando la ilusión de rozar
con cualquiera de mis dedos el embrujo titilante de cualquier lucero.

Me dió trabajo, sí. Pero al poco la noche fresca, dejo paso al calor.
Inevitablemente crují, como sucede en el desierto con las piedras
y justo, cuando creía quebrarme, florecí.
Sola bajo el sol, sóla bajo las estrellas...
Sólo entonces pude ver la Magia que contiene el arraigo
y dí gracias por estar enraizada al suelo
mirando el cielo que día tras día, noche que tras noche le sucede, mostrandome el ciclo secreto.

Voy a remover la tierra,
para sembrar.
Pues ya está lista tras la desolación que impuso el fuego
y  mata las malas hierbas.
Buscaré con ansía la fe que abone la tierra que con mimo
me consiente creer que puedo desentumecerme,
para dejar que mis ramas se expandan
y se me llenen  hasta las cuencas de los ojos de hiedra encantada.
Dicen los duendes que esa hiedra da fe a raudales.

Soy como un árbol que plantado en tierra estoy decidido a hacer fértil
la negra tierra estéril.


Feb. 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario